Vergüenza hasta puntos insospechados. Una vergüenza que no ocupa espacio ni tiempo, que no es suficiente como para dejar de hacer lo que realmente quieres hacer, vergüenza que no te quita el aliento...pero que existe. Lo sientes ahí, en la última vértebra de tu espalda como un pálpito de tu corazón trastornado y cambiado de lugar.
Y que más da?
Puedo hacer que esa vergüenza se convierta en una cama grande, mullida. Que me arrope y me dé un calor excesivo o que me de frío, que me destemple básicamente.
Y que aun así no quiera deshacerme de ella...de mi vergüenza, para no perder ese detalle que me hace humana, con sentido del ridículo.
Me gusta esa vergüenza que gesticula mi cuerpo, que se nota en la risa nerviosa, en mis manos sudando y a la vez disimulando constantemente.
Taparía mi cara con una manzana para que me quitases esas vergüenza a bocados.
Y lo que más me sorprende este lunes repentino (ha llegado mucho antes de lo esperado)es la carencia de sueño cuando apenas he dormido. Supongo que será la tranquilidad de no haber dicho que no, de haberme sentido plena haciendo única y exclusivamente lo que yo quería hacer, sin pensar, actuar, para reflexionar ya tuvimos el sábado...
Y aunque me sienta una cebolla llena de capas, sé que puedo darle gran sabor a un guiso casero. Porque no? Creere en las palabras agenas que hablan de mí...porque quien sabe...pueden ser ciertas...cerrarse a la experiencia equivale a convertirte en algo que siempre renegastes, como cuando no quieres ser como tu madre y acabas hasta con los mismos gestos en la hora de la comida.
Y equivocarse no es malo, al reves, es productivo...porque no voy a embolverme yo misma en papel de regalo y voy a ofrecerte algo sin fecha de caducidad? al menos no en el envase, tú tendras que saber cuando te sabe agrio y cuando no, o si quieres echarme sal, o pimienta, o ambas cosas.
Podría tener suerte y que por una vez la balanza de mi signo se decantase por mí...podría ser...
NADA ES SEGURO Y TODO ES POSIBLE.
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