miércoles, 8 de junio de 2011
Abrazos
A veces gritamos en silencio que necesitamos afecto. Otras, lo gritamos tan alto que en los oidos de los demás sólo hay ruido. Vamos tan cegados con el egocentrismo que nos TELEtransmite la sociedad que no somos capaces de ver las necesidades de los demas, ni siquiera hablo de gente ajena, extraña...hablo de la gente que uno quiere, esa que te da el calor que necesitas y te lo da altruistamente, gratuitamente, incondicionalmente...mejor ejemplo: la familia.
Hoy, leyendo a Dani, tuve un "deja vu". Ayer viví algo que leí hoy y no sé si es que (definitavemten) mi espejo retrovisor es el suyo y al mío le doy pinceladas cada día o (directamente) nos hemos teletransportado a un universo común, dividido en dos, que nos deja flotando en el subsconsciente (demasiada paranoia)
Recoges lo que siembras, mientras más lloras menos te duran las flores, se marchitan nada más verte...riegalas con sonrisas!
Cuesta empatizar con el dolor ageno cuando realmente no lo entiendes, no lo compartes aunque lo intentes...cuesta porque, como animales que somos en realidad, evitamos el dolor, el sufrimiento, huímos de él como un mal superior del que sabemos que quizas no vas a salir vivo.
Deberíamos recordarles a esas personas mínimo una vez al mes que las quieres. Que estas ahí...que si quieren realmente ayuda la tendrán, que puedes inundarla a abrazos que le sepan como el mejor de los postres...que el amor es libre y cada uno elige a quien querer o tambien es elegido por los demas.
Os dejo el post de Dani...para que lo entendais todo un poco mejor...
Sabes, como yo, que no te será posible empezar de cero a tus treinta y seis. Tienes y tendrás siempre al pequeño Víctor y eso asusta, limita. Un hijo que fue de otro y siempre será tu hijo y crecerá a tu lado nunca tendrá otro padre, al menos de sangre. Quien venga después no podrá más que asumir esa parte de ti como ajena, y no es fácil encontrar a alguien que te quiera por partes, con matices.
Sabes, como yo, que pese a todo Víctor no es ningún lastre, pobrecito mío. Es TU hijo, solo tuyo, el padre rompió su parte, huyó, ¡que le jodan! Víctor es lo mejor de tu vida, lo más importante, lo único. Y sólo tiene tres años: no sabe, no entiende de figuras paternas. Víctor nunca fue consciente de su padre. En realidad, estás a tiempo de darle otro padre y que lo tome como propio y todos se asuman con naturalidad y al fin dejes de dormir sola o sólo con Víctor cuando tiene miedo y se mete en tu cama y se acurruca a tu lado. Te gusta dormir con Víctor, claro, pero tú le proteges a él. ¿Quién te protege a ti?
Nada es fácil. Trabajas como una burra y tu escaso tiempo es para Víctor. Y tal vez perdiste esas leyes de la atracción que tan buenos resultados dieron en tu etapa universitaria. Ligabas mucho, pero eso era antes. Ahora está Víctor, estás pendiente de él. Vives para él. Nada es fácil.
Pero sigues siendo guapa. Tus ojos siguen siendo increíblemente azules.
Me miras a través del espejo. Me dices:
- ¡Pare, pare!, es aquí. ¿Qué le debo?
- 8,35€.
Me tiendes un billete, te doy el cambio, me das las gracias con tu perfecta sonrisa y abres la puerta:
- ¡Vamos, Víctor! – le dices al niño.
Y bajas de mi taxi, y el niño después de ti. Y eso es todo. Jodidamente todo.
Quiero y reparto y me dejo querer...
Las palabras no sirven de nada si no lo demuestras como debes...
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