jueves, 16 de junio de 2011
El tiempo
Aquí dejo un post de un blog que a menudo leo. Hoy habla del tiempo...de lo que hacemos (o intentamos hacer) con él.
Hay demasiadas personas que no se dan cuenta de lo rápido que pasa....
Espero que os guste...amí me ha encantado.
(mis musas aun duermen la sobredosis de anoche...necesitan tiempo para reponerse...ya escribiré)
Hay un refrán en África que dice que el hombre blanco tiene reloj pero nunca tiene tiempo. Lo dicen porque llevamos la cabeza desincronizada con el corazón, esta siempre unos centímetros por delante del ahora. Pasamos el día sisando tiempo al tiempo, en un pulso contra las propias pulsaciones. Componemos nuestras agendas para hacer recados de camino al trabajo (-10 minutos). Corremos en una voraz cinta de gimnasio, que se traga la huella de nuestras pisadas sin dejar testigos de nuestro esfuerzo, para no tener que ir hasta un parque (ahí ganamos 20 minutos). Aprovechamos para llamar a nuestras madres mientras llega el bus (-7 minutos), en el que escribiremos unos versos con la lista de la compra (-5 minutos), que meteremos en un carrito virtual de una web para no tener que ir al súper (-30 minutos).
Los cachivaches, el mail, la lavadora o los taxis se inventaron para el alivio de minutos. Pero el mundo es ávido de segundos, devorador de ahoras, y por muchas cosas que se inventen siempre encuentra el modo de que nos falte tiempo. En el ascensor del trabajo felicitarás el santo a tu abuelo (-5 minutos), dirás en facebook que invitas a una ronda por tu cumpleaños para no tener que llamar uno a uno (-30 minutos). Un mediodía aprovecharás el hueco para comer con ese amigo cuya agenda está condenada a no coincidir con la tuya (-90 minutos que te ahorras de un sábado o domingo). Así es a veces el cariño, una cuestión de huecos compatibles.
Con todo este esfuerzo acabas de ahorrar 197 minutos que irán a parar un agujero negro infinito, donde nadan juntos la prisa, aquella llamada que nadie contestó, la infancia, el amor de tu vida, el clip que tenías en la mesa (¡pero si estaba aquí!) y los alambritos del pan bimbo.
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