Te
lo hubiese dado todo, de haber tenido algo más que esta tormenta.
Recuerdo que también era domingo, estaba aburrido, me pregunté por qué
no me habías llamado para tomar algo. A
veces queriendo a alguien lo único que haces es declararte una guerra a
ti mismo. Y yo no estaba para batallas. Yo no tenía más arma que las
ganas, y no siempre estas pueden vencer la distancia de por medio.
Quería que me sacases a la calle, que nos lloviese en otras ciudades,
que cogiésemos trenes y nos sentásemos muy juntos. Quería que nos
regalásemos el mundo entero, como si fuésemos a amarnos mejor
follándonos en más sitios. Era domingo, yo miraba por la ventana, a
través del cristal la ciudad parecía estar muy lejos. Tengo la sensación
de que si dejo de querer todo eso, ya no seré nada. Que me caeré al
suelo, me barrerán un día y que de lo que te quise ya no hablará nadie.
Es tan triste ser sólo el proyecto de una vida distinta... ¿En algún
momento vendrás, me cogerás de la mano, dirás que llegamos tarde y
saldremos sin cerrar la puerta? Y luego despertaremos en Finlandia, hará
mucho frío, miraremos por la ventana, a través del cristal nuestro
reflejo llenará los vacíos: los de adentro y los de afuera; los de más
allá del horizonte, incluso
lunes, 27 de octubre de 2014
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