viernes, 1 de febrero de 2013

PUNTO DE NO RETORNO

Llegar a ese punto de no retorno. Ese en el que se acaba el camino de ida y el de vuelta a cambiado de dirección. Que no puedes estacionar, que no puedes variar, ni pensar, simplemente no puedes seguir y debes buscar otro camino. Esa sensación de que el mundo está del revés, pero tienes los pies extrañamente en la tierra...los pensamientos vuelcan al cielo y se pierden en las constelaciones más lejanas...y las nubes quieren llorarte y no pueden, lloran al sol. Echarte a dormir en la cuneta, con el coche aún en marcha, y duermes en el suelo sintiendo el frío como te cala hasta los huesos, disfrutas del frío porque te despierta del negro sueño, ese que viene sin avisar. La vida es ser un héroe constante, incondicional de uno mismo. Traspasar las fronteras de tu propia cabeza, cruzar los límites que una misma se pone... También a su vez es una sumisión constante de tus leyes y creencias. Ser sumisa a las acciones y cambios de dirección que toma tu vida y tú no has tenido nada que ver. Si la vida fuese tal y como la pintamos el lienzo tendría unas dimensiones estratosféricas, pero siempre nos frenan, y tenemos que dejar de pintar...para pintarnos la cara, los brazos, los pies, moldearnos o machacarnos con el pincel para meterte en las venas la realidad que no es tuya pero a la vez si lo es, y es irremediable. Consecuencias de actos que no siempre controlamos. Y hablando de controlar, que dificil es perder el control, el norte, no ver estrellas que te orienten, que todo sea niebla y coches rojos volcando en rectas, que las palabras salgan como estacas para meterse directamente en el corazón del que creemos un vampiro que te está chupando la puta sangre. Te inyectas rutina en las venas, desesperar por sangrar. Perder el conocimiento del presente, no entender ni intentarlo. Que la música te represente mientras sabes que nadie te canta a tí, que el desconsuelo es el aprendizaje del dolor, y que la edad no es secundaria sino necesaria para las vivencias que duelen hasta el alma. No retorno, no retorno. Y siempre cambiar, para dejar la inocencia del amor no correspondido en películas con finales felices. Imagen: un camino de dos, que no lo es